DE LA ISLA | Verónica Lynn es, sin duda, una de las actrices más paradigmáticas de Cuba
Luego de pasar más de cuarenta años en la cima de la actuación en Cuba, se puede asegurar que Verónica Lynn es, sin duda, una de las actrices más paradigmáticas de todo el país. Ningún medio, ni el teatro, ni la radio, la televisión o el cine, han logrado escapar a la seducción de esta mujer que ha llegado a sus 86 años con la misma profesionalidad y excelencia que la condujo a dos brillantes piezas teatrales, y su actuación alcanzó tal nivel que ninguna otra actriz ha podido superarla: Santa Camila de La Habana Vieja (obra de José R. Brene), y Aire Frío, del gran clásico nacional Virgilio Piñera.
Tampoco pasaron desapercibida sus actuaciones en la televisión, entre las que destacan su genial Doña Teresa de Sol de Batey, y la de muchas otras obras dramáticas de la pequeña pantalla, así como también en el cine, con su inolvidable representación como la genial madre de Rachel en La Bella de alambra.
Para 1945, Verónica se presentó en el programa Escuela de Televisión, que estaba dirigido por Gaspar Pumarejo, en donde existía una sección para aficionados y el ganador pasaría a formar parte del elenco artístico de la programación dramática, y gracias a esto, comenzó a trabajar en el espacio Teatro Azul y en programas humorísticos.
Como parte del elenco de Teatro Azul, compartió con Carmen Montejo, en “La Millona”, “Don Juan Tenorio”, “El Pájaro Azul” y “La Dama de las Camelias”.
Verónica comenzó a recibir clases de actuación con el reconocido director de teatro Andrés Castro, quien procedía de la Escuela de Piscator en New York; la primera actuación que realizó en teatro fue durante 1955, con la obra “Amok”, y posteriormente actuó en “Lluvia de Somerset Moghan”, “Ellos no son ángeles”, “Aniversario de Bodas”, “La gata en el tejado de zinc caliente”, “el oso”, “No, por favor” y “Delito en la Isla de Cabras”, entre otras.
Durante el año 1960 se formaron los diversos grupos de teatro subsidiados por el estado cubano, por lo que pasa a formar parte del Grupo Milanés, donde estrenó “Tres Historias para ser contadas”, “Aire Frío”, “Santa Camila de la Habana Vieja” y “La calma chicha”.
Verónica recuerda que en esos grupos solía existir un plan de estudios que incorporaba Danza, Expresión corporal, Filosofía, Psicología, Actuación e Historia del teatro; siendo estas materias impartidas por el director Adolfo de Luis, que también provenía de la Escuela de Nueva York.
A pesar de estar completamente vinculada al teatro, durante su vida Verónica no dejó de participar en programas de radio y televisión, pero para el año 1963 fue contratada por el entonces Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR), en donde actuó en todos los espacios que le fueron propuestos.
Actualmente Verónica se desempeña como la directora del grupo de teatro Trotamundos, que fue formado durante 1989 bajo el liderazgo de Pedro Álvarez, a quien ella reemplazó luego de su fallecimiento en 1991
En el cine, esta gran diva de las artes escénicas cubanas ha tenido actuaciones inolvidables en más de 20 películas, entre los que destacan: Lejanía, Una pelea cubana contra los demonios, La bella de Alhambra, Historias clandestinas, Estorbo, Las noches de Constantinopla, y Video de familia.
Este gran recorrido resalta, a grandes rasgos, la prominente vida artística de una de las más grandes e importantes actrices cubanas de todos los tiempos, y que aún se mantiene trabajando, como expresa ella, para su pueblo amado.
Cuando en una entrevista, el dramaturgo Norges Espinosa le preguntó: “sobre los 86 años a los que llega con tanta vitalidad, usted lo recibe defendiendo su proyecto teatral Trotamundo, y continúa interpretando otros papeles. ¿Qué otros personajes esperan aún por Verónica Lynn? ¿Qué significa, a esta edad, saberse tan querida y sobre todo tan respetada?”
“No pienso en los personajes que no interpreté, o en los que me faltan. Dejo que me sorprendan. Yo quiero ser el personaje que alguien, que tú mismo, me ofrezcas mañana. Los 80 años no son en mí una carga, sino una edad que me parece bonita, porque tengo el cariño y ese respeto, que ojalá sigan acompañándome. Y saberme querida y respetada me hace sentir una gran responsabilidad. Con mi trabajo, y con mi público”.
“No pienso en los personajes que no interpreté, o en los que me faltan. Dejo que me sorprendan. Yo quiero ser el personaje que alguien, que tú mismo, me ofrezcas mañana. Los 80 años no son en mí una carga, sino una edad que me parece bonita, porque tengo el cariño y ese respeto, que ojalá sigan acompañándome. Y saberme querida y respetada me hace sentir una gran responsabilidad. Con mi trabajo, y con mi público”.
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