DE LA ISLA | Así es como Isabel Santos se convirtió en uno de los rostros más reconocidos de Cuba

La reconocida actriz cubana, Isabel Santos, describió en una entrevista: “Soy una mujer que me siento afortunada de tener público y de ser muy querida en mi país”.
Santos, nació el 4 de septiembre del año 1961 en la localidad de Camagüey y según cuenta: “No conocí la luz eléctrica de verdad hasta los catorce años y el cine gracias al Cine Móvil del ICAIC. No tuve tantos juguetes; no tuve una niñez tan feliz, pero ese faltante que tuve lo llené con otras cosas”.
Argumenta que cuando representa un personaje los personifica como si fuera el primero y el último en su carrera porque no sabe si obtendrá otro más. Aunque duró diez años en su casa sin trabajar. “porque yo también he cuidado mucho mi carrera, pero es el precio de amar intensamente mi trabajo; yo soy la mujer más feliz cuando estoy trabajando.”
Se graduó en la Escuela Nacional de Arte (ENA) en el año 1982, junto a condiscípulos, los hermanos Néstor y Luisa María Jiménez, Omar y Jorge Félix Alí, Lily Rentería, Jorge Martínez y Alberto Pujols, su primera representación fue mediante el papel de la joven Yolanda, junto a la actriz Rosa Fornés por un lado y por el otro, el actor, Mario Balsameda, en la comedia de enredos Se permuta, de Juan Carlos Tabío. Isabel Santos en su papel representaba de algún modo, a la juventud cubana, que se debate entre el artificio y hipocresía, o la autenticidad y la franqueza.
Debutó primero en la televisión, donde se convirtió en una especie de mito desde sus primeros papeles en series como “Pasos hacia la montaña” y “Algo más soñar”. Representó dos papeles diferentes, trágicos, los dos de la época dorada en la televisión de la isla, estos dos sellaron el impulso de una carrera en la actuación de grandes retos y el riesgo.
El papel “Clandestinos”, fue el que le permitió obtener el premio de actuación en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano celebrado en la Habana, un premio al cual se le sumaron otros más en los festivales de Río de Janeiro y Cartagena. Junto Luis Alberto Garcia, Isabel Santos le inyectó una poco usual veracidad al papel, no sólo a la escena final de la película (escena elegida por muchos espectadores como la mejor del cine cubano) sino a toda la representación del personaje.
Antes y después de su encuentro con el cine cubano de la época y con el éxito internacional que significó “Clandestinos”. Isabel Santos representó papeles principales en series y telenovelas que demostraron que es posible protagonizar con rigor artístico y creatividad como “La Botija” (1990), cuyo personaje La Mascavidrio hizo historia, o “Pasión y Prejuicio” (1993), papel donde interpretó a una villana típica de novela y luego “Entre Mamparas” (1996), cuyo personaje se distinguía por su complejidad en esa o cualquier época. A ese momento a finales de los ochenta y principio de los noventa salen a flote el talento de los pequeños Sketchs, que con sus ocurrencias hicieron reír a los cubanos con el humorístico “Conflictos”, en donde la actriz intercambiaba papeles pero en su mayoría representaba a una secretaria igual de coqueta que de zafia, en un registro a lo Marilyn Monroe cubanizada.
Nunca se confirmó con interpretar el papel de la jovencita simpática y neurótica, y por lo que demuestra realizar nuevos retos con cada nuevo trabajo. En “Adorables Mentiras” (1991, Gerardo Chijona), la actriz quiso ir mas allá y representó la farsa y la parodia a través del personaje de Sissy, una mitómana que tiene una imagen de sí misma totalmente diferente de la realidad. Isabel actúa junto el actor Luis Alberto García, el opuesto de los personajes con los cuales se consagraron en “Clandestinos” ya que “Adorables Mentiras” se basaba en dos hipócritas,  una actriz y un guionista trepadores y deshonestos.
Luego, se topa de nuevo con Fernando Pérez, quien la introdujo en el mundo onírico y filosófico en un papel secundario en “La vida es silbar”. Se trataba de una extranjera que llega a la isla de Cuba a través de un globo y poco tiempo después tiene contacto con Elpidio (Luis Alberto), quien se encontraba tratando de hacer contacto con su madre, Cuba, quien decidió abandonarlo. Este tal vez es un papel que más demanda física tiene, ya que la muchacha debía estar “pelada” al “calvo” como se dice en la isla coloquialmente, tiene que subirse de verdad en un globo y hablar con un incómodo acento anglosajón, o alemán.

Luego de su papel “La vida es silbar”, tuvo una pausa cinematográfica en su carrera, hasta el momento que inicia un camino demarcado por su encontró con Humberto Solás en “Miel para Oshún” (2001) y luego “Barrio Cuba” (2005), que representó otro retro para la actriz ya que debía poner en pantalla: la mujer común, de pueblo, coprotagonista del personaje que representaba Jorge Perugorría, en la búsqueda en todo el país de su madre que lo abandonó.
Pero el verdadero momento de inflexión que consagró su carrera, la de una actriz que no le teme a los retos o del que dirán, ocurrió entre los años 2008 y 2010, junto a a escritora envejecida que se dedicaba a prostituir al joven protagonista de “Los dioses rotos” (2008, Ernesto Daranas) y “La flora”, la barrendera en “Casa vieja” (2010, Lester Hamlet), una mujer herida por una historia de desamor y olvidos que apenas tuvo apariciones en la película pero la actriz representó de tal manera como si fuera la protagonista absoluta.
Esa persona lastimada y herida, homosexual travesti con sueños de transexual en “Vestido de novia” (2014, Marilyn Solaya), y la madre inconsolable por la duda sobre lo inútil de su esfuerzo en “La pared de las palabras” (2014, Fernando Pérez), dan muestra de una actriz en plena madurez en su carrera.
Cabe destacar que la determinación, ingenio e instinto de Isabel Santos contribuyeron a ganarse el respeto de todo el país a una generación de actores que debutaron en los años ochenta, y que sellaron el cine cubano como limpio e inobjetable.

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