Así es la vida de Carromero en la peor cárcel de Cuba


@Raquel Benito - Sígueme en  Twitter  11/08/2012   (06:00h)

Así es la vida de Carromero en la peor cárcel de Cuba



Ángel Carromero está en la peor cárcel de Cuba: 100 y Aldabó, popularmente conocida como Cien y se acabó porque cuando entras ahí lo pierdes todo. Lo sabe bien Sebastián Martínez Ferraté, empresario y periodista español que fue a la Isla a hacer un reportaje donde denunciaba la prostitución de menores y terminó acusado de “corrupción de menores”. Detenido en el verano de 2010, pasó allí un larguísimo año y medio.
“Carromero tiene que estar más que fastidiado. Sé las condiciones en las que está y son de todo menos buenas”, apunta Ferraté. Los reclusos de esta prisión pasan los días en una celda de dos metros de ancho por tres de largo con cuatro literas. En la parte izquierda delantera hay un espacio único para hacer sus necesidades y asearse que tiene un agujero en el suelo y un tubo por donde sale un chorro de agua tres veces al día durante veinte minutos para bañarse, lavar algo o beber agua. 
La puerta de la celda tiene una mirilla que se abre cada diez minutos y la luz nunca se apaga. “No hay descanso posible, esa cárcel está pensada para destruir a las personas”, sentencia Martínez Ferraté. Además, como le ocurrió a él, Carromero sufre los rigores del verano cubano hacinado en un calabozo.
Temperaturas extremas y desgaste psicológico
En las celdas de 100 y Aldabó los presos soportan temperaturas de cuarenta grados y altos niveles de humedad. La única ventilación es la que llega por una pequeña ventana formada por tres ranuras en forma de "V" invertida colocada al fondo de la celda a tres metros de altura. 
En estas circunstancias puede parecer que el salir de ese mínimo cubículo es un premio, pero no es así. “Cuando sales es para los interrogatorios y te meten en otra habitación cubierta con una tela azul (como la de la imagen en la que Carromero ha aparecido estos días) donde la temperatura es bajo cero. El instructor está con un abrigo y tú, tiritando, con tu uniforme gris de camiseta sin mangas y pantalón corto”, recuerda Ferraté.
“En los interrogatorios tienes que aguantar de todo. Te repiten una y otra vez que tu país te ha abandonado. Te amenazan con no volver a ver a tu familia y vienen hasta los fiscales con el Código Penal en mano a decirte que vas a tener que estar 40 años en prisión”.
Incomunicados y sin distracción
Dentro de esta cárcel no hay momento para la distracción. Está prohibido leer, escribir o cualquier tipo de juego. "No puedes emplear tu tiempo en nada que te entretenga, estás aislado y aburrido. Lo único que puedes hacer es pensar, dormir, comer los horribles platos que te ponen y hablar con los compañeros de celda". 
Además, es una prisión donde los reclusos están incomunicados, excepto por la visita familiar semanal de diez minutos en presencia del instructor, o de la visita del abogado bajo la supervisión de un guardia a través de un cristal y en un cuarto lleno de micrófonos. "Eres completamente ignorado por los guardias. Si les pides ir al médico no te dicen nada, puedes esperar dos o tres horas sin saber si te van a atender o no". 
"En estas circunstancias solo le puedo decir a Ángel que luche porque el proceso judicial será largo. En mi caso pasó un año y conocí a tres italianos que cumplían una condena de cinco años por un accidente de tráfico en el que no hubo víctimas mortales, por lo que tiene que tener mucha paciencia".

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