POR MANUEL C. DIAZ El martes 25 de enero de 1898, cuando ya los rayos del sol se vislumbraban detrás de la Fortaleza de la Cabaña, el acorazado Maine, bajo el mando del capitán Charles D. Sigsbee, se acercaba al Torreón de la Chorrera. En la distancia, la ciudad de La Habana parecía resplandecer bajo la tenue luz de la mañana. Cuando al fin el Maine, con sus cañones destapados, hizo su entrada en la bahía, los pescadores que preparaban sus avíos frente al Castillo de la Fuerza levantaron la vista y vieron, asombrados, cómo la bandera que ondeaba en lo alto de su mástil principal no era la española. Ni porque sus franjas blancas y rojas resplandecían al sol, pudieron identificarla. Se preocuparon, eso sí, porque era un barco de guerra. Pero se encogieron de hombros y siguieron en lo suyo. El Maine había zarpado el día antes desde Key West por órdenes del presidente William McKinley para, según el historiador Kennedy Hickman, proteger los negocios y la vida de los ciudadanos ...
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